Honoré de Balzac: La prima Bette

Por librosymusica

Idioma original: Francés
Título original: La cousine Bette
Año de publicación: 1846
Valoración: Muy recomendable / ****

La prima Bette corresponde a las Scènes de la vie parisienne del conjunto de La Comedia Humana y, con El primo Pons, forma el díptico de Los parientes pobres dentro de esa sección. En la novela se narran las tribulaciones de una familia noble y acomodada del París del siglo XIX. El padre de la familia, el barón Hector Hulot, derrocha su tiempo y la fortuna familiar en su amante. La prima de su esposa, la señorita Lisbeth Fischer, a quien llaman Bette y que es una solterona poco agraciada y de menos luces, aprovecha esta situación para hacer daño a toda la familia, ya que se siente menospreciada por ésta. Secretamente, Bette se alía con la amante de Hulot con el objetivo de arrebatar la fortuna de sus familiares y llevarles así a la ruina.

Balzac es considerado el padre o el principal precursor del realismo. Fiel a su estilo y a sus principios literarios, en esta obra intenta desarrollar una trama y unos personajes que reflejen de forma fidedigna la vida urbana de la época, poniendo especial atención a los detalles, tanto descriptivos del ambiente como de la psique de los protagonistas. En contraposición a lo que ocurre en otras corrientes (como el romanticismo o la narrativa épica), en el realismo los personajes tienden a ser más terrenales y menos idealizados o caricaturescos, y las situaciones o tramas que se narran, más plausibles (pero también más complicadas, más enrevesadas).

Sin embargo, a Balzac también se le ha tildado, paradójicamente, de romántico (¡aunque, en oposición, Zolá lo consideraba padre del naturalismo!). Ciertamente, escritor de transición entre dos periodos, Balzac tenía cierta influencia del romanticismo, lo que se percibe en su enfoque en los vicios humanos y en cierta tendencia a la exageración de los caracteres y sus pasiones, de manera que a veces devienen en figuras un poco caricaturescas.

En resumidas cuentas, en esta novela hay elementos tanto de realismo como de romanticismo. Lo digo porque creo recordar que, entre las enseñanzas de la defectuosa educación secundaria, cuando se hablaba de Balzac se decía que era un autor que hablaba de los vicios humanos, y se sobresimplificaba diciendo que casi en cada una de sus novelas se trataba de un vicio en específico, idealizando a los personajes y las situaciones. Así, si en Eugenia Grandet el tema era la avaricia, en La prima Bette se habla de la envidia. ¡En verdad, no me estoy inventando un hombre de paja para atacarlo a placer! Eso de la envidia me lo dijeron incluso recientemente personas que son ávidas lectoras, y hasta me he encontrado con ensayos al respecto.

Sin descreer del todo en ese argumento, considero que las novelas de Balzac son más complejas que meros ejercicios alegóricos y, en todo caso, ésta, una de las últimas que escribió y una de las de mayor extensión, y poseedora además de una argumentación más retorcida y con más tornas, no sólo trata de la envidia, sino de varios otros vicios y pasiones.

A pesar de su título, el personaje de la prima Bette no me parece el principal en la trama, sino que más bien ésta se centra en los avatares que sufre toda la familia Hulot, cuyos miembros son desarrollados ampliamente en la novela: ahí está por ejemplo el drama de la sufrida esposa y prima de Bette, Adeline, que fiel a su marido y tratando de salvarle de la ruina financiera se ofrece a su pretendiente y rival de su marido, el comerciante Crevel.

Pero además de la familia, la novela se centra sobremanera en los hombres que pierden la cabeza por una mujer, en este caso la amante de Hulot, Valérie Marneffe, quien también está casada con un empleado público y cuenta con otros amantes, incluyendo al mencionado Crevel. Ésta es probablemente la principal trama, y en ese sentido, la novela se enfoca más que nada en el vicio de la lujuria que ciega a esos hombres.

La envidia de la prima Bette sería pues uno de tantos temas; no el único. Pero, ciertamente, ella es de algún modo centro de la obra porque es su odio hacia su familia el que inicia la intriga. Bette se alía con la buscona que es Marneffe para tratar de sacarle todo el dinero posible al barón Hulot sin que la familia de éste se entere nunca de las conspiraciones que ocurren en su propia casa.

Sin embargo, conforme avanza la novela, es el personaje de Valérie Marneffe el que cobra mayor importancia, se vuelve central y se describe de forma más nítida, mientras que el personaje de la prima Bette se va apagando, diluyendo casi como personaje secundario. Ella, al fin y al cabo una tonta sin conocimiento del mundo, va perdiendo relevancia. Marneffe, un personaje más inteligente, se vuelve más atractivo.

Al final de la novela, hay un destino trágico. No diré más al respecto, pero más que la parte de la historia correspondiente a Marneffe y Bette, queda como desenlace patético el comportamiento del barón Hulot, que nunca se corrige y continúa siendo un irresponsable que pone en riesgo su matrimonio y la fortuna familiar.

Todo esto lo narra Balzac hacia el final de la novela ya con cierto apresuramiento. Hay otros defectos menores: a ratos la novela se cae, entre otras razones debido a las innumerables descripciones de las cuentas sobre las rentas familiares y deudas de los personajes, recurso característico y frecuente en muchas de sus novelas. Hay ciertas inverosimilitudes, como por ejemplo los comportamientos poco creíbles de Hulot y Crevel, extremadamente irracionales, ya que a pesar de descubrir que Marneffe los engaña uno con el otro y que deliberadamente los explota, siguen perdidamente atados a ella: no sólo es lujuria; es el espíritu de la rivalidad masculina.

Pero es quizá el desdibujamiento del personaje de Bette lo que me desconcierta más. Al inicio, imaginé en los márgenes una novela en que esta figura podría ser más compleja y malévola (es decir, esperaba una construcción más romántica de la misma), llevando a cabo su plan diabólico de destrucción mucho más lejos, provocando sufrimientos incalculables para los Hulot, ¡ah qué drama podría ser ese! Sin embargo, en esto Balzac también siguió fiel a sus preceptos realistas y desistió de crear del todo un villano paradigmático. Y a lo mejor esa es la principal fortaleza de la novela, y no una debilidad. Al final, he sentido que es una de las más grandes novelas de Balzac, y también una de las más grandes del siglo XIX.

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