Jack London: Las muertes concéntricas
Idioma original: Inglés
Título original: The Minions of Midas (del cuento homónimo)
Año de publicación (en esta colección): 1983
Valoración: *****
Este volumen inaugura la sublime colección de La Biblioteca de Babel de Jorge Luis Borges, ideada por el editor italiano Franco Maria Ricci. Probablemente la elección de Jack London como autor que inaugura la serie (en español al menos) se debió a que fue uno de los primeros autores que Borges tradujo, y sin duda era uno de sus más admirados.
London fue un autor prolífico y que alcanzó gran fama y fortuna en su época. Nacido en 1876 en San Francisco, California (el prólogo de este volumen inaugural erróneamente señala que nació en 1786), transitó de la pobreza y una familia rota a una vida de aventurero en los límites del mundo. Fue vagabundo, soldado, cazador, buscador de oro en Alaska y Yukón, y pescador de alta mar que llegó hasta el lejano oriente, pero su pasión era la escritura, a la que vio como una empresa comercial que podría hacerle rico. Sus vivencias en las costas y bosques de Norteamérica y posteriormente en el Pacífico y Japón le sirvieron de material para su obra. En una época y lugar en que los relatos se vendían como una forma de entretenimiento sin competencia, London se hizo millonario. En ese sentido, fue un pionero en hacer dinero a partir de la escritura para las masas, como posteriormente lo hicieron los comics, o como podrían serlo actualmente, en la tercera década del tercer milenio, un guionista de series populares para Netflix o un autor de sagas comerciales como Harry Potter.
A London se le ha acusado precisamente de autor comercial e inconsistente; incluso de plagiario. Todo ello fue resultado del enfoque comercial de su escritura. Como sea, indudablemente transitó una vida exuberante, vertiginosa, llena de experiencias y riqueza, a pesar de ser corta: murió a los 40 años. Y precisamente esas vivencias alimentaron sus grandes ejercicios de imaginación que debieron entretener a sus lectores: eso, y su gran capacidad imaginativa que dio lugar a algunas de las primeras piezas de un género nuevo llamado ciencia ficción. London es un clásico norteamericano al que se le sigue venerando hoy en día.
Este volumen es en sí mismo una antología que contiene cinco cuentos que London publicó originalmente en diversas revistas. Dos de ellos, “La ley de la vida” y “Cara Perdida”, de 1902 y 1901 respectivamente, narran aventuras inspiradas en las experiencias de London en el Yukon, y describen la lucha por la supervivencia y la crueldad humana.
“La casa de Mapuhi” narra el efecto de un repentino huracán en un atolón del Pacífico y se acerca a lo fantástico al describir una increíble serie de coincidencias que ocurren durante la tragedia. Borges destaca de este cuento la innovación narrativa: «sólo hacia el fin… el lector advierte cuál es el verdadero protagonista». A mí, la narración me recordó una anécdota que alguna vez me contaron acerca de una familia que, imprudentemente, decidió quedarse en su casa de veraneo en una playa de México para, por mera curiosidad, vivir los efectos de un huracán que se aproximaba. Ignoro si la decisión fue influenciada por el alcohol, pero muy pronto la familia lamentó su decisión; vieron de primera mano los daños a su propiedad (incluyendo el automóvil volando por el aire) aunque afortunadamente sobrevivieron. El momento fantástico ocurrió cuando, en pleno ojo del huracán, en el mero centro, por efecto de la fuerza del viento los miembros de la familia quedaron inmersos en el silencio más absoluto, sólo mirándose a los ojos unos a otros, perdidos en sus pensamientos y en su arrepentimiento.
“La sombra y el relámpago” es plenamente un relato fantástico que retoma el tema de la invisibilidad y narra también la rivalidad entre dos hombres. Luego, el cuento que da título al libro, “Las muertes concéntricas”, es también de corte fantástico, y refiere el método utilizado por una secta de anarquistas para extorsionar a un multimillonario. El título original en inglés de esta narración es “Los secuaces de Midas” (“The Minions of Midas”). Como anota aquí Tomás Bernal en una excelente reseña (Las muertes concéntricas), Borges, quien hizo la traducción, probablemente decidió cambiar el título del cuento para enfatizar el ingenioso o rebuscado mecanismo que sigue la secta: llevar a cabo una serie de asesinatos de personas, al principio de gente inocente pero luego de personas cada vez más cercanas al magnate, hasta que éste pague 20 millones de dólares. De esta manera, los asesinatos se hacen a manera de círculos concéntricos, cuyo centro es el extorsionado.
Borges inventó pues el título. Es sabido que, en sus traducciones, también se tomó libertades (una muestra de ello, frecuentemente analizada, es la novela de William Faulkner: Las palmeras salvajes). Para Borges, traducir era también un ejercicio creativo, y esto le da mayor interés a este volumen: dos de los cuentos son traducciones de él (los otros tres son de N. Dotori).
La Biblioteca de Babel se publicó por primera vez en italiano y constituye en sí misma una obra de arte de Ricci (quien falleció en 2020). El magnífico diseño de formato y de las portadas fue respetado posteriormente por el editor Jacobo Siruela, quien publicó la colección en español a principios de los años ochenta (Franco Maria Ricci: el hombre del laberinto de Babel).