Idioma original: Francés
Título original: Novembre. Fragments de style quelconque
Año de publicación: 1910 (póstumo)
Valoración: Recomendable / ***
Flaubert escribió Noviembre antes de cumplir 21 años, en 1842, y fue una novela corta que nunca quiso publicar. Junto con sus Memorias de un loco –que escribió a los 17 años–, el autor lo consideró un mero trabajo de desarrollo estilístico. Habrían de pasar ocho años antes de que comenzara a escribir Madame Bovary.
Ciertamente, el escrito adolece de una falta de trama, o como él mismo dijo, de manera algo exagerada: «la acción es nula». Sin embargo, no carece de virtudes. En cuanto a la forma, la novela ya muestra la atención al detalle característica del autor, y un lenguaje cuidado y rico, casi poético. En cuanto al fondo, ya se percibe el trasfondo psicológico y la preocupación existencial que animaría la obra de Flaubert –principalmente aquella de tono autobiográfico.
La novela describe los pensamientos y anhelos de un joven que comienza a sentir despertar el deseo por las mujeres. Es así una especie de “retrato del artista adolescente” del cual se encuentran varios ejemplos en la literatura. En este caso, se trata de un joven romántico y nostálgico.
En una primera parte, el joven narra en primera persona sus impresiones enmarcadas en la tristeza del otoño: su sentimiento de soledad y su vida de contemplación. Siente nacer en él la ambición por vivir una vida espléndida y, sobre todo, la atracción por la mujer, que es para él un misterio, y el deseo erótico. Anhela riqueza y amor, sobre todo amor –es romántico: idealiza una mujer que lo será todo para él; pero es también tímido, inseguro: sueña con las mujeres, o con una sola mujer, pero teme acercarse a ellas. En su orgullo, se dice que la pasión que siente en secreto enriquece su ser y eso lo hace pensar que es mejor que otros, pero también empieza a temer que no encontrará ese amor o a la mujer amada, y empieza a consumirse por la desesperación y a caer en la melancolía.
En una segunda parte, el joven, embutido en su nostálgico sentimiento de soledad, emprende un paseo, y al final de éste se dirige a una casa de citas donde tiene un encuentro con una prostituta, Marie, con quien pierde su virginidad. La mujer lo cautiva a tal grado que esa misma noche vuelve a visitarla, y entonces ella le cuenta su historia: cómo siendo una niña de un pequeño pueblo la convencieron de dejar a su familia para volverse la amante de un viejo con dinero, y cómo al aceptar de repente se vio perdida. Eso que creía amor terminó por no serlo, y desde entonces fue presa de los hombres anhelando estar con alguno que la amara de verdad.
El joven reflexiona y se dice tanto o más desafortunado que ella, porque él también buscaba una amante, sin encontrarla, pero además sintiéndose siempre en una prisión. Piensa que la mujer que lo ame debe existir en algún lado, pero que ya ha dejado pasar mucho tiempo y que probablemente nunca la encontrará. Ella le anima a seguir buscándola. Él se siente confundido: de pronto piensa que Marie puede ser la mujer que lo ama y a la que ama, pero huye. Tiempo después, cuando decide volver a buscarla, ya no la encuentra, y la casa ya no existe. Nunca la vuelve a ver. El joven la añora y termina por extraviarse en la tristeza.
En la tercera parte, un tercer narrador nos dice que el joven posteriormente se entregó a la soledad; reflexionó que no valía la pena tener un vínculo con alguna mujer; le repugnaba además la idea de estar con mujeres casadas o con prostitutas o con casquivanas o con viudas. Quiso ser pintor, ó músico, pero se fue a París a estudiar Derecho. Le aburría su vida, «se volvió más triste que antes». Un día se encuentra en la calle a su mejor amigo de la infancia y, lejos de alegrarse, se da cuenta que ya no comparte nada con él. Termina consumido por el tedio o la pereza, sin un objetivo, «y en eso consiste la infelicidad». A pesar de un intento por ilusionarse con su vida en París, termina por morir, «lentamente, poco a poco».
Noviembre es un relato de corte autobiográfico. Podría decirse que es una autobiografía involuntaria surgida de las reflexiones de un joven Flaubert. Y por ende podría servir como acompañamiento y complemento a La Educación Sentimental, la gran novela donde profundizaría en estos temas o que yo llamaría gustoso La vida interior: aquella de un joven ambicioso y romántico. El joven de Noviembre es Flaubert, y por ende es también Frédéric Moreau, el protagonista de La Educación. Leer Noviembre es como adentrarse y profundizar en los pensamientos de Frédéric cuando este era joven –incluso el amigo que el joven se encuentra en la calle es una alusión al compañero de la infancia, Charles Deslauriers, en La Educación.
Leer esta novela me sugirió la idea de que esa vida contemplativa de un joven romántico e introvertido (como dije, idea que subyace en Noviembre, en La educación sentimental y también en La primera educación sentimental, obra que Flaubert tampoco quiso publicar) es quizá mucho más profunda de lo que sospechábamos en un principio: es un relato muy realista acerca de una manera de ser y de una forma de vida, pero que quizá se extiende a la mayoría de las vidas. Todos tenemos en el fondo algo de esa angustia existencial. Como el joven nostálgico que al final cae en el nihilismo, todos podemos sentir que la vida no tiene sentido u objeto más allá de ese sentimiento de amor o esa emoción de juventud.