Idioma original: Francés
Título original: Une vie (L’humble vérité)
Año de publicación: 1883
Valoración: Está bien / ***
Una vida o La humilde verdad fue la primera novela de Maupassant, originalmente publicada por entregas en la revista parisina Gil Blas. En ella se relata la historia de una mujer de la aristocracia provinciana francesa que, habiendo sido una joven romántica e ingenua, «se casó mal», con un hombre –también noble– que le es infiel, además de ser avaro y cruel. El resultado es una cadena de sufrimientos y desilusiones para la joven y también para su familia.
La novela es, pues, espejo de Madame Bovary: esta vez con la mujer traicionada en lugar del hombre. Recordemos que Maupassant (1850 – 1893) fue pupilo y protegido de Gustave Flaubert, y además del tema de la novela, la influencia de este último se percibe en el espíritu realista y la inclinación a la descripción de la vida y costumbres de la pequeña nobleza de la época, desde el punto de vista de un narrador omnisciente pero impersonal. Sin embargo, Una vida se distingue de Bovary por cierta influencia del naturalismo, sobre todo en el abordaje un poco más abierto de las cuestiones sexuales. Es posible que Maupassant quisiera hacer una crítica a las imposiciones sociales sobre el individuo, incluyendo la influencia de la religión, ya que en el relato las convenciones de la época obligan a la protagonista a continuar con su fallido matrimonio. A la par, en la novela se manifiestan ciertos rasgos autobiográficos del autor, quien se caracterizaba por su pesimismo y su espíritu antisocial, y del que se ha dicho que era misógino y aborrecía el matrimonio. En ese sentido, la obra no sólo critica a la sociedad de la época, sino también la ingenuidad de la mujer protagonista. Influida por Flaubert y por Émile Zolá (también amigo del autor), la novela hace además una incursión en la psicología del personaje.
Una vida es eso: el relato de una vida. Sólo hay una historia a lo largo de la novela, y es la de la protagonista, narrada desde el punto de vista impersonal del narrador. No hay otras historias a la par. Todo lo que ocurre en la novela sólo es importante porque concierne a Jeannette: los demás personajes sólo importan en esta medida dentro del relato; no se nos da un atisbo de lo que hacen o piensan más allá de lo que representan para esa vida. En este sentido, la novela me recuerda bastante a Pride and Prejudice de Jane Austen, en la que el narrador va alumbrando lo que percibe la protagonista sin darnos pistas más allá de lo que ésta puede ver. No hay pues título más apropiado para la novela. Sin embargo, esta cualidad lineal del relato, junto al hecho de que tampoco hay nada siquiera aproximado a una analepsis (la historia es presentada estrictamente de forma cronológica), la hace también un poco demasiado simple. Además, en ella se alcanza a percibir al principio demasiado énfasis en lo descriptivo si bien luego da pie a una narración un poco más ágil, pero apresurada. No resulta tan acabada y compleja como Madame Bovary, pero no carece de interés: por algo Tolstoi la alabó como una de las grandes novelas francesas del siglo.